Efecto Mozart
Estudios científicos sobre el efecto Mozart y sus beneficios.
Se denomina "efecto Mozart" a la serie de supuestos beneficios que produce el hecho de escuchar la música compuesta por Wolfgang Amadeus Mozart. Dicho efecto «continúa siendo objeto de investigación, sin ninguna pronunciación firme o definitiva que reivindique o deseche la teoría en cuestión». No significa que dicho efecto afecte en la forma de ver la perspectiva de la música.En 2001, la revista Journal of The Royal Society of Medicine publicó una recapitulación respecto al efecto Mozart realizado por el Dr. J. S. Jenkins, en donde afirma que efecto Mozart existe, pero hay que delimitarlo y estudiarlo con más profundidad. Entre sus conclusiones, afirma que cuando hay una mejora en los rendimientos, esta es pequeña y el efecto no va más allá de unos 12 minutos. Tampoco afecta a la inteligencia en general. Sin embargo, afirma que hay efectos beneficiosos en personas con epilepsia, pero que los resultados no son específicos a las composiciones de Mozart y que no existen criterios musicales definidos.
En 2003, la revista Nature publicó una investigación de la Universidad de California que reforzaba la idea concluyendo que solo diez minutos de una sonata para piano de Mozart bastaban para mejorar nuestro razonamiento espacial.
En 2007 un informe publicado por el ministerio alemán de investigación, del que se hizo eco Nature, y un análisis posiblemente de toda la literatura científica relacionada con música e inteligencia, concluye que «escuchar pasivamente la música de Mozart —o cualquier otro tipo de música del agrado de uno— no hace a una persona más inteligente. Pero otros estudios deberían ser realizados para comprobar si la audición de música podría incrementar a largo plazo el coeficiente intelectual de un niño...».
En mayo de 2010 un equipo de científicos de la Universidad de Viena comprobó la influencia de la música de Mozart en 3000 personas, y los resultados no registraron ningún incremento en la inteligencia de los sujetos que habían sido sometidos al experimento.
En 2013, el biólogo Nicholas Spitzer de la Universidad de California cuestionó la existencia del efecto Mozart a partir de sus interpretaciones de un estudio que dijo que no se mostraba ningún efecto en la actividad o capacidad cerebral por escuchar música de Mozart.
tomado de: Efecto_Mozart
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El fundamento
Aura Sofía Rico, pediatra especialista en desarrollo infantil, aclara que la base científica en la que se apoya el efecto Mozart “es una teoría que tiene más de 50 años, elaborada por el otorrinolaringólogo francés Alfred Tomatis, quien demostró que desde que el feto tiene cuatro meses es capaz de oír la voz de la madre y que el sonido juega un papel muy importante en la percepción y la conciencia del niño”.
Aun así, es necesario diferenciar bien entre el efecto Mozart y el método Tomatis, pues este último “utiliza la música de Mozart con un aparato especial llamado oído electrónico, que obliga al oído humano a acomodarse permanentemente, como en una especie de aeróbicos, y además estimula a nivel óseo a través de una diadema”, explica Helga López, sicóloga y directora del Centro Tomatis Colombia.
También agrega que este método podría ser considerado el padre del Efecto Mozart, “porque su principio fundamental es que las frecuencias altas de la música estimulan el funcionamiento cerebral y propician el aprendizaje”.
Rueda agrega que una de las primeras personas en difundir el término Efecto Mozart fue el músico, pedagogo, escritor y profesor Don Campbell, durante los años 80 y 90, pues hizo investigaciones sobre la formación y desarrollo del cerebro del bebé desde su concepción, y planteó la importancia del sonido.
Actualmente existen en el mundo varios centros que aplican el Método Tomatis, que a diferencia del Efecto Mozart es terapéutico, ya que “mejora las habilidades de escucha y habla, la salud emocional y la agilidad mental”, sostiene Rueda.
“El hecho de que sea terapéutico significa que se le aplica a niños con dificultades de comportamiento, aprendizaje, atención, oído y motoras, y de acuerdo con las necesidades de cada uno, se escogen cuidadosamente unos sonidos para que el niño los oiga individualmente. Mientras que todos los discos de Efecto Mozart son los mismos para cualquier niño y no curan a los que tengan dificultades de aprendizaje”, asegura la doctora Rico.
Los efectos
Según Campbell, el principal difusor del Efecto Mozart, el ritmo y la melodía, son los que estimulan el desarrollo del bebé desde antes de nacer. Adicionalmente, afirma que la voz de la mamá y los latidos de su corazón lo tranquilizan y la altura de los sonidos despiertan sus oídos y lo estimulan para desarrollar el lenguaje, los cantos, juegos rítmicos y lo enseñarán a mover su cuerpo con agilidad”, explica la experta en estimulación musical.
Manuel Drezner, crítico musical de El Espectador y presidente de Yoyo Music, asegura que el Efecto Mozart se originó cuando investigadores de la Universidad de Texas encontraron que a los niños a los que se les ponía a escuchar la música de Mozart tenían mayor capacidad de memoria, mejor retención y un incremento en el I.Q. (coeficiente intelectual).
Drezner añade que se impuso una ley en un par de estados de ese país, “que obliga a regalar a cada niño nacido un disco de Mozart, pues aquellos que la escuchan, por no menos de una hora diaria, desarrollan capacidades intelectuales”.
Por qué Mozart
Según Manolo Bellon, disc jockey y locutor, “Mozart fue un compositor que hacía sus creaciones con algo de ingenuidad e inocencia, y se dice que esos aspectos son los que permiten que haya identificación entre su música y los niños. Es como si les estuvieran hablando en su mismo idioma”.
En ese sentido, la directora del Centro Tomatis aclara que la de Mozart es una música liviana, limpia, ingenua y joven. Sin embargo, no quiere decir que cuando el bebé está en el vientre pueda oírla, pues solo puede escuchar la voz de la madre, mas no sonido ambiente ni música externa.