Fulares y portabebés ergonómicos

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Beneficios del chupete


El bebé nace con el instinto de succionar, es imprescindible para su supervivencia. Ya lo hacía en el útero, cuando chupar su pulgar le daba placer. Y ahora adquiere además un valor emocional: su boca es su fuente de alimentación y una de las principales vías de contacto con su mamá, con lo que la succión sacia su hambre y su necesidad de contacto físico.

Por esta misma razón el chupete es tan importante para muchos niños. Por un lado, les ayuda a satisfacer la necesidad de succionar que no queda totalmente cubierta con el pecho o el biberón.

Pero además, durante los primeros meses los tranquiliza cuando tienen hambre, se sienten solos o les duele algo, y al año de edad les ayuda a dormir y a sobrellevar situaciones difíciles como quedarse en la guardería o separarse un rato de su mamá.

No es la única ventaja del chupete, ya que diversos estudios demuestran que su uso reduce el riesgo de sufrir el síndrome de muerte súbita del lactante. La razón no está clara, pero se cree que puede deberse a que con este objeto la respiración se vuelve más tranquila y regular, y también al hecho de que al succionar, la lengua permanece en la parte delantera de la boca, con lo que las vías respiratorias quedan libres.







PAUTAS DE UTILIZACIÓN

Todas estas ventajas han dejado atrás la época en la que los pediatras desaconsejaban el uso del chupete. Hoy se sabe que puede ser muy positivo (¡para muchos padres es su tabla de salvación!). Pero a la hora de ofrecérselo a tu bebé debes tener en cuenta ciertas pautas:

No se lo des hasta que la lactancia esté bien instaurada. Normalmente es a las pocas semanas de nacer. La razón es que la técnica de succión al mamar o tomar el biberón es distinta que al usar el chupete. En el primer caso tu bebé debe utilizar con fuerza su lengua para extraer la leche del pecho o del biberón, algo que no es necesario en el segundo. Si le das el chupete muy pronto puede que se confunda y pierda su habilidad para succionar.

Cuando ya lo use, distingue si lo quiere o tiene hambre. En este último caso, tu hijo se chupará los dedos, se lamerá los labios, moverá su cabeza en dirección al pecho y estará intranquilo. Dale de comer. Si no tiene estos comportamientos significará que sólo quiere succionar; en ese caso el chupete será suficiente.

Haz un uso acorde a las necesidades de tu hijo. La dependencia del chupete es lógica y habitual, sobre todo en el primer año (aunque hay niños que prefieren el dedo). Pero está en tu mano reforzar o no esa dependencia.

Si cada vez que el bebé llora o se enfada se lo das, le enseñarás que éste es el único modo de calmarse. No olvides que tú eres su mejor consuelo y cuando se caiga, por ejemplo, cógele en brazos y susúrrale palabras tranquilizadoras. También es bueno que a veces le dejes llorar a pleno pulmón sin chupete: así su llanto es más profundo y el niño libera las emociones y el estrés acumulados.

Para muchos niños el chupete es un objeto muy importante que les proporciona consuelo y bienestar. Sin embargo, hay un límite a su uso y a cierta edad debe desaparecer de su vida.

tomado de: crecer feliz




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